Todos conocemos a ese pariente chapuza que con la mejor de las intenciones desarma algún artefacto y luego le sobran la mitad de los tornillos... Derrotado, busca tutoriales en YouTube intentando arreglar lo desarreglado y finalmente, termina quedando peor.
Este efecto es conocido como "Dunning – Kruger", por el nombre de los investigadores que hace más de 20 años estudiaron a un grupo de valientes voluntarios que en nombre de la ciencia dejaron plasmada su incompetencia.
El tema es que somos muy malos para valorar nuestras capacidades y entre menos sabemos de un determinado tema, más creemos que lo hacemos estupendo. En cambio, los más capacitados y talentosos suelen infravalorarse por pensar que el resto lo hace más o menos igual de bien. Ósea, una total paradoja.
Al principio cuando somos novatos, tendemos a no sobrestimar nuestras habilidades porque “entendemos" que somos aprendices y que estamos en una etapa de formación, pero basta un poco de lectura o práctica para creer que las sabemos todas y que ahora nada nos detiene... Puede que muchos se queden en esta etapa y terminen transformados en ese amigo al que da miedo prestarle el reproductor de discos porque lo devuelve en trocitos.
–Es que tenía un ruido extraño cuando daba vueltas...!! –Te larga con ojos resignados.
Los que superan esa etapa y continúan con el estudio, pronto DESCUBREN con horror que no tenían idea de nada y que entre más aprenden o practican menos saben del tema. Al final, la tarea se hace ENORME y terminan creyendo que no sirven, no tienen talento o que nunca lograrán ser lo suficientemente buenos... Aquí cabe la posibilidad que muchos tiren la esponja y el instrumento musical quede arrumbado en el clóset o dejen botados ciertos estudios, por ejemplo.
Si se tiene el suficiente coraje de perseverar porque nos motiva, nos gusta o nos obligan, se empieza a entender la lógica de lo que estamos aprendiendo y a pillarle el truco a eso que tan mal se nos da. Si se logra cruzar esa barrera podríamos con práctica, dedicación y tiempo, llegar a ser algo más que un aprendiz.
De este efecto no se salva nadie porque es precisamente ese punto ciego el que NO NOS DEJA tomar conciencia que somos unos completos incompetentes.... hasta que se demuestre lo contrario.
Personalmente, he pecado de esta incompetencia más veces de las que quisiera reconocer... Quizás, la única forma de lograr la excelencia sea dedicando toda la vida a un ÚNICO tema.
Mi experiencia indica que ser disperso no funciona y que si realmente se quiere ser bueno en algo y más aún destacar, la única forma sería aplicarse al 100% en ese determinado tema... y practicar, practicar y luego, practicar aún más.
Este efecto es conocido como "Dunning – Kruger", por el nombre de los investigadores que hace más de 20 años estudiaron a un grupo de valientes voluntarios que en nombre de la ciencia dejaron plasmada su incompetencia.
El tema es que somos muy malos para valorar nuestras capacidades y entre menos sabemos de un determinado tema, más creemos que lo hacemos estupendo. En cambio, los más capacitados y talentosos suelen infravalorarse por pensar que el resto lo hace más o menos igual de bien. Ósea, una total paradoja.
Ilustración de Pictoline |
Al principio cuando somos novatos, tendemos a no sobrestimar nuestras habilidades porque “entendemos" que somos aprendices y que estamos en una etapa de formación, pero basta un poco de lectura o práctica para creer que las sabemos todas y que ahora nada nos detiene... Puede que muchos se queden en esta etapa y terminen transformados en ese amigo al que da miedo prestarle el reproductor de discos porque lo devuelve en trocitos.
–Es que tenía un ruido extraño cuando daba vueltas...!! –Te larga con ojos resignados.
Los que superan esa etapa y continúan con el estudio, pronto DESCUBREN con horror que no tenían idea de nada y que entre más aprenden o practican menos saben del tema. Al final, la tarea se hace ENORME y terminan creyendo que no sirven, no tienen talento o que nunca lograrán ser lo suficientemente buenos... Aquí cabe la posibilidad que muchos tiren la esponja y el instrumento musical quede arrumbado en el clóset o dejen botados ciertos estudios, por ejemplo.
Si se tiene el suficiente coraje de perseverar porque nos motiva, nos gusta o nos obligan, se empieza a entender la lógica de lo que estamos aprendiendo y a pillarle el truco a eso que tan mal se nos da. Si se logra cruzar esa barrera podríamos con práctica, dedicación y tiempo, llegar a ser algo más que un aprendiz.
De este efecto no se salva nadie porque es precisamente ese punto ciego el que NO NOS DEJA tomar conciencia que somos unos completos incompetentes.... hasta que se demuestre lo contrario.
Personalmente, he pecado de esta incompetencia más veces de las que quisiera reconocer... Quizás, la única forma de lograr la excelencia sea dedicando toda la vida a un ÚNICO tema.
Mi experiencia indica que ser disperso no funciona y que si realmente se quiere ser bueno en algo y más aún destacar, la única forma sería aplicarse al 100% en ese determinado tema... y practicar, practicar y luego, practicar aún más.