Una cosa que aprendí con los años es a tener "cuero de chancho". Descubres que no puedes evitar que la gente hable, que pele, se burle... pero está en ti que toda esa mierda te llegue.
El solo hecho de prestar atención, cuestionarte por qué un grupo dice tal o cual cosa de ti... hacer caldo de cabeza, buscar una explicación, te convierte automáticamente en una VICTIMA. Ahí tu “ego de victima” sale en toda su magnitud preguntándose una y otra vez...
“que he hecho para que esta gente me trate mal, no me quiera, si yo soy tan re-wena y no le hago mal a nadie...” Puedes hundirte en ese estado de conciencia y sufrir mucho porque no entiendes que hiciste mal, donde está el error, quieres caer bien, que te quieran...
El secreto para mantener la paz, la armonía, independiente de un grupo envidioso y carroñero es NO entrar en sintonía con ese tipo de energías, obviamente el golpe improvisado te dolerá, la mala jugada, la mirada insidiosa, la palabrería barata... pero nuestra tarea está en aprender a bloquear esas emociones, ya sea meditando, pidiendo protección o botando como queramos toda esa negatividad.
Todos tenemos herramientas para afrontar esas emociones y mantener el equilibrio, la imaginación da para mucho y podemos jugar con ella visualizando (luz, relajación, limpieza de energía, no involucrarse, canalizar hacia la tierra, sanar a través del agua), está en nosotros descubrir el método que más nos acomode.
Al fin de cuentas, las agresiones siempre existirán cuando se deba compartir entre humanos... la envidia, la malicia, la perversión vienen en nuestros genes desde el inicio de los tiempos.
Al cambiar nuestro punto de vista, enfrentamos esos mismos desafíos de otro modo.
