sábado, 6 de noviembre de 2021

HISTORIA DE UN EMPOLVADO MAL HECHO...

Partí por pura curiosidad, porque me parecía divertido rememorar una receta de cabra chica, porque tenía antojo de algo dulce... y porque lo hecho en casa, siempre será mejor que todos esos químicos comprados en el mercado.

Esta receta tradicional chilena lleva muy pocos ingredientes pero es necesario seguir al pie de la letra las recomendaciones de los expertos y sobre todo tener paciencia... MUCHA paciencia, para que los pasos tengan su tiempo y no se produzca un desbarajuste culinario como el mío.

La primera de todas las embarradas que me mandé, fue el exceso de productos secos que hicieron una masa pesada que se desparramó sobre la bandeja de horno.

Creo que por eso, muchos blog de cocina utilizan moldes para hacer esta receta... porque de esta forma la mezcla se contiene y hay menos posibilidades que termine plano como un galletón. Sobre todo si la parte de las claras no queda taaaaan firme, como vi a expertos reposteros en YouTube.

Hay muchos videos que enseñan a preparar unos empolvados maravillosos, aunque a mí me parecía que le ponían mucho color con el tema del merengue... que no golpeara el borde del bowl, que el ingrediente liviano se agrega encima de las yemas previamente batidas, que la harina debe ser en forma de lluvia, que el movimiento de la espátula debe ser de abajo hacia arriba... y así, un montón de cosas que me olían más a superstición.

Pero no, tenían toda la razón los muy desgraciados... porque la mezcla es delicada y pese a todas las recomendaciones, igual se les tendía a expandir un poco sobre la bandeja del horno... y eso que utilizaban manga pastelera y las circunferencias quedaban perfectamente bonitas y gorditas.

Con mayor razón a mí, que iba tanteando a ciegas y tenía más probabilidades de caer... porque en rigor, la masa son muchos huevos inflados con un poco de harina y azúcar, porque revolví con demasiado entusiasmo y eso desinfló el menjunje, porque tiré todo de golpe y no con delicadeza. En fin, porque porfiadamente quería hacer las cosas a mi pinta y aunque la cocina es creatividad, en este caso era necesario seguir las normas.

Y como no soy de darme por vencida tan fácil y creo que por ahora, mi calidad de merengue no será tan bueno porque tendría que dejar a las gallinas sin huevos. Me decanté por unos moldes de silicona que parecen ser la solución a mi dilema.

De esta forma, aunque el merengue se licue, hay más posibilidades de salir airoso con el desafío.

Triste Historia de un Empolvado


INGREDIENTES:
Lo primero que hice, fue pesar minuciosamente todos los ingredientes antes de empezar. Para un molde de 24 unidades, estas son las proporciones que me dieron resultado:

– 50 gr de harina.
– 40 gr de maicena.
– 50 gr de azúcar flor.
– 3 claras y 3 yemas.
– Esencia de Vainilla.
– 1 cucharadita de polvos de hornear.
– Manjar sin azúcar.


PREPARACIÓN:
1. En un bowl batir las claras, primero a velocidad baja y luego de a poco, ir agregando el azúcar y subir la velocidad hasta que se formen unas puntas cuando se levantan las aspas de la batidora.

2. En otro bowl, batir las yemas con la esencia de vainilla y un poco de azúcar hasta que aumenten de volumen.

3. Agregar las claras a las yemas, intercalando con la harina y la maicena. Mezclar de forma suave hasta que esté todo integrado.

4. Colocar la mezcla en los moldes previamente enmantequillados, dejando un pequeño espacio sin rellenar para que suba y no se rebalse.

5. Llevar a horno aproximadamente 15 minutos o hasta que se doren un poco.

6. Una vez fríos, rellenar con manjar una tapa y cubrir con la otra, haciendo una ligera presión para formar el empolvado. Esparcir bastante azúcar flor encima.


Triste Historia



Perrito divertido