jueves, 24 de febrero de 2022

A COMEEEEER...!!

Relatos Perrunos
Imagen de Viernes creativos El Bic Naranja

–¡¡RAÚL!! Otra vez la misma historia... ¡¡Saca tu trasero de mi cara!! Te lo he dicho un montón de veces.

–¡¡Lo siento, Pepe!! Es que estamos tan apretados aquí desde que llegamos... Todo se ve tan extraño y oscuro...

–¡¡Mmmmmmm.... Ya, pero eso no te da derecho a pincharme con tu cola a cada rato!! ¿¿Oye?? ¿¿Has visto ese agujero allá arriba?? ¿¿Qué será..?? ¿¿Podrás estirarte lo suficiente para ver que hay??

–¡¡No Pepe, no alcanzo!! Pero entra algo de luz y se escuchan conversaciones de gaviotas.

–¡¡Ya estás con eso!! QUE TE DIGO YO, que ningún bicho alado te llevará para comerte... Hablemos con los vecinos mejor, a ver si alguien sabe cómo salir de aquí.

Y así fue, como Raúl y Pepe comienzan una tarea titánica de despertar en cada compartimiento de la máquina expendedora, la curiosidad por saber qué hay al otro lado de esa extraña luz.

Cada cebo, estaba distribuído en secciones y algunos crustáceos, peces y lombrices llevaban mucho tiempo allí. Se habían acostumbrado al apacible y oscuro silencio y no tenían muchas ganas de ser molestados.

Esto había formado todo tipo de grupos como peces hay en el mar. Estaba el sector más intelectual, que se dedicaba a pensar sobre el origen de la vida y la existencia del cebo en el universo. Otros, se dedicaban al “Mindfulness”, a la meditación y a ser felices... También estaba la zona de los cebos robustos, que tenían un exagerado culto al físico y practicaban la calistenia. Se las habían ingeniado para crear sus propios implementos y dedicaban muchas horas al trabajo muscular.


Raúl y Pepe con la curiosidad innata de una joven lombriz, consiguen separarse del grupo y por una pequeña rendija... y estirándose mucho, logran salir de su compartimiento y caer en una zona plana en la parte baja de la máquina expendedora.

De ahí gritan hacia todos lados y aunque al principio nadie les tomó en cuenta. A poco andar, comienzan a surgir algunas cabezas que los miran con el ceño fruncido.

–¡¡¡Ejemmm...!!! Hola a todos, somos nuevos aquí... Yo soy Raúl y este es mi amigo Pepe. Nos preguntábamos si alguien sabe qué es éste lugar y qué diablos hacemos aquí??

Una de las lombrices más antiguas decide hablar:

–Llevo bastante tiempo aquí y puedo decir con toda seguridad, que en este lugar NO PASA NADA.

Desde hace tiempo circula un rumor que de este sitio sólo salen los privilegiados y que eso lo sabremos en el preciso momento cuando se escuchen unos crujidos y pitidos provenientes del exterior. Acto seguido, una de las secciones se moverá y nosotros despediremos al cebo elegido con vítores y aplausos.

Todos creemos que nuestro destino final es un jardín con mucha tierra, agua y barro donde podremos finalmente chapotear. Además, los que se van nunca vuelven... Por lo que sin duda, deben estar en un mejor lugar.

–¿Y no tienen curiosidad por saber que hay allá afuera? –Pregunta Raúl a la concurrencia que entre tanto había aumentado.

En ese instante, se escuchan murmullos y movimientos metálicos, lo que deja a todos con el alma en un hilo.

–¡¡¡Llegó el momento!!! Vienen por uno de nosotros... ¡¡¡UUURRRRAAAAAAA!!! Gritan todos y con sus colas golpean el suelo haciendo un rítmico sonido.

Se escuchan unos pitidos y comienza a moverse justo el sector de Pepe y Raúl, pero ellos están abajo a kilómetros de distancia.

Las lombrices que se encuentran en ese lugar, se paran y estiran a la espera de ser una de las elegidas. Gritan felices ¡¡¡BRAAAVOOOO!!! ¡¡Adiós amigoooooos!! Llegamos hace poco y ya somos parte del clan de los privilegiados. De seguro, nos hemos portado muy bien para salir tan rápido de aquí. No como ese par de revoltosos... ¡¡¡ADIOOOOS, CHAAAAAOOOOO...!!! ¡¡¡Los esperamos allá afuera!!! ¡¡Saludos a todos!!

Raúl y Pepe se quedan mirando con la boca abierta. Ahora, con más determinación que nunca deciden presionar al resto para salir de allí.

–¿¿Alguna idea de cómo llegar a ese jardín del que todos hablan??

Los cebos que practican calistenia toman la palabra:

–Nosotros proponemos que con nuestra fuerza y su cooperación, podemos mover este edificio y desestabilizarlo. Una vez que caiga, todos saldremos por esa rendija que se ve allá al frente. La hemos visto moverse... aparecen y desaparecen unas extrañas lombrices que de forma coordinada sacan al elegido del interior.

De todas las secciones se escuchan cuchicheos y murmullos. Finalmente, una gran ovación da pie al plan.

Los cebos calisténicos dirigen los movimientos y todos a la vez hacen su mayor esfuerzo. En un vaivén que pronto comienza a hacerse notar, primero con pequeños temblores y luego con sacudidas cada vez más violentas.

–¡¡¡¡VAMOOOOS TODOOOOOS JUNTOS, SALTEN A LA VEEEEZ!!!! ¡¡¡1, 2... 1, 2... 1, 2... 1, 2...!!!

La máquina hace tanto ruido y se remece a tal punto, que comienzan a llegar todo tipo de aves, gaviotas, pelícanos y hasta palomas curiosas. También seres humanos se detienen a ver tamaño espectáculo.

La máquina se contorsiona de un lado a otro sin parar hasta que de pronto, pierde el equilibrio y con un gran estruendo, se hace añicos en el pavimento dejando a todos los cebos dispersos de cara al sol.

En ese instante se escucha una voz entremedio de los escombros que grita:

–¡¡¡HEEEEY PEPEEEE!!! ¿¿Y ahora, qué hacemos??


sábado, 5 de febrero de 2022

EL TARUGO

En el mundo del ciclismo y en el deporte en general, es común utilizar apodos para referirse a un compañero o rival.

A lo largo de mi período como deportista, conocí un montón y de seguro yo también tuve uno, aunque nunca me enteré.

Suelen ser apodos de lo más creativos y hay muchos que a decir verdad, dan bastante risa... Siempre y cuando al involucrado NO le MOLESTE o se sienta menoscabado, por supuesto!!

Uno que siempre me causó gracia fue “el tarugo”, no es una palabra de lo más peculiar o diferente, pero cada vez que la escuchaba me hacía reír.

Tal vez porque el portador de aquel nombre era extrovertido, dicharachero y siempre con la talla a flor de piel, pero no del tipo fanfarrón que en el ciclismo abundan. Más bien era un personaje con un temperamento, impulsivo, temerario y un pelín desquiciado.

Si alguien le proponía meterse entre las ruedas de un camión y el acoplado. Sólo por osadía y sin pensar... en tres segundos ahí estaba, saludando con la mano y haciendo todo tipo de morisquetas.

Yo era bien cabra chica y entrenaba con este grupo de ciclistas para ganar resistencia... y vaya que me hacían sufrir, pero el resultado siempre valió la pena.

Y aunque por mi poca experiencia, nunca entendí porque el cabro era tan re-loco y lo apodaban así. De todos los nombres fue el que más me quedó.

Quizás porque todos en algún momento de nuestras vidas somos así, medios tarugos para nuestras cosas... ya sea por gusto o mera curiosidad.

Relatos Perrunos
Relato inspirado en viernes creativos El Bic Naranja



Perrito divertido