Llegó el invierno y con eso el peak de las enfermedades respiratorias... tos, estornudos y dolor de cabeza nos acompañan día a día en todo lugar, aunque arranquemos y los evitemos, finalmente terminaremos sucumbiendo a los estragos de una época en que los bichos hacen fiesta.
Las inflamaciones de las vías respiratorias superiores pueden ser producidas por virus, bacterias y en algunos casos por alergias. Pero entre tanto virus con nombre estrafalario y síntomas extraños no es raro que una acción que comience siendo viral, se complique por la acción de bacterias, así como también es común que sobre una mucosa alérgica se instale con facilidad una infección.
Así entonces, a grandes rasgos podemos diferenciar un cuadro respiratorio según su sintomatología en:
FARINGITIS: o inflamación de la garganta, es provocada generalmente por un virus. Se caracteriza por un comienzo brusco con dolor de garganta sobre todo al tragar, enrojecimiento de la mucosa, carraspera, tos, y malestar general. En los niños se presenta fiebre y vómitos.
LARINGITIS: La inflamación de la laringe se caracteriza primordialmente por trastornos de la voz que se hace ronca, disfónica o afónica en los casos más agudos, tos seca llamada comúnmente “tos de perro” y por dificultad respiratoria que puede llegar a los ahogos, cuando esto último ocurre, se conoce al cuadro como laringitis obstructiva.
AMIGDALITIS: La inflamación de la amígdala puede obedecer a la agresión provocada por varios tipos de microbios. La más común es la amigdalitis estreptocócica, caracterizada por la presencia de placas de pus en la superficie de la amígdala, tumefacción de los ganglios del cuello, fiebre elevada, dolor de cabeza, vómitos y en algunos casos dolor abdominal. Es importante el tratamiento oportuno de este tipo de amigdalitis con penicilina para evitar complicaciones futuras graves como la nefritis y la enfermedad reumática.
En determinadas circunstancias puede procederse a la extirpación de las amígdalas, aunque el tamaño muy grande y las amigdalitis repetidas no son necesariamente una clara indicación de operación. Se debe considerar antes, otros factores como edad, condición de la amígdala, persistencia de ganglios inflamados en el cuello, la concomitancia con otitis media supurada y la magnitud y número de infecciones.
Las inflamaciones de las vías respiratorias superiores pueden ser producidas por virus, bacterias y en algunos casos por alergias. Pero entre tanto virus con nombre estrafalario y síntomas extraños no es raro que una acción que comience siendo viral, se complique por la acción de bacterias, así como también es común que sobre una mucosa alérgica se instale con facilidad una infección.
Así entonces, a grandes rasgos podemos diferenciar un cuadro respiratorio según su sintomatología en:
FARINGITIS: o inflamación de la garganta, es provocada generalmente por un virus. Se caracteriza por un comienzo brusco con dolor de garganta sobre todo al tragar, enrojecimiento de la mucosa, carraspera, tos, y malestar general. En los niños se presenta fiebre y vómitos.
LARINGITIS: La inflamación de la laringe se caracteriza primordialmente por trastornos de la voz que se hace ronca, disfónica o afónica en los casos más agudos, tos seca llamada comúnmente “tos de perro” y por dificultad respiratoria que puede llegar a los ahogos, cuando esto último ocurre, se conoce al cuadro como laringitis obstructiva.
AMIGDALITIS: La inflamación de la amígdala puede obedecer a la agresión provocada por varios tipos de microbios. La más común es la amigdalitis estreptocócica, caracterizada por la presencia de placas de pus en la superficie de la amígdala, tumefacción de los ganglios del cuello, fiebre elevada, dolor de cabeza, vómitos y en algunos casos dolor abdominal. Es importante el tratamiento oportuno de este tipo de amigdalitis con penicilina para evitar complicaciones futuras graves como la nefritis y la enfermedad reumática.
En determinadas circunstancias puede procederse a la extirpación de las amígdalas, aunque el tamaño muy grande y las amigdalitis repetidas no son necesariamente una clara indicación de operación. Se debe considerar antes, otros factores como edad, condición de la amígdala, persistencia de ganglios inflamados en el cuello, la concomitancia con otitis media supurada y la magnitud y número de infecciones.
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