domingo, 6 de septiembre de 2020

TALENTOS ROTOS

Esta entrada la tenía programada para un par de meses más, pero debido a los acontecimientos ocurridos esta semana, me vi en la obligación de adelantar y replantear.

Talentos Rotos

En ella hablaba del increíble trabajo de Kristýna Kvapilová, una fotógrafa de origen Checo dedicada a la fotografía perruna.

Como buena viajera realizó sesiones en locaciones increíbles, fotografió a particulares en bodas, competencias caninas, organizó workshop y retrató hasta el infinito a sus bellos perros Woody y Charlie.

Talentos Rotos


Su fotografía derrocha disciplina y perfección, transmite esa pasión que se nota cuando haces lo que te gusta.

Talentos Rotos


Talentos Rotos


Talentos Rotos


Sin embargo, de un momento a otro todo cambió... intentando llevar la fotografía aún más allá, su pie resbaló de una roca y otra historia estamos contando ahora.

Talentos Rotos


Durante mi período de ciclista, también corrí riesgos que pude haber evitado... Bajé cuestas a toda velocidad, me afirmé de acoplados y aproveché el vacío que producían autos y camiones para llegar más rápido a cualquier lado... Hoy, la Ruta 5 ahora Autopista Central, se encuentra llena de barreras y mallas que no permiten el paso de carretas, ciclistas o potenciales suicidas.

Afortunadamente tuve la suerte de sacarle el jugo a esa ruta. Me gustaba o más bien no tenía conciencia si existían consecuencias. Muchas veces me pasé cruces o pinché una rueda en plena bajada. Hice equilibrio en esquinas esperando el semáforo o giré sin avisar.

En ese entonces los ciclistas eramos pocos. No habían ciclovías, no existían reglas... salvo las inventadas por nosotros. No habían cascos o chalecos amarillos. Sólo nuestra habilidad y destreza frente a lo que se pusiera por delante.

Durante las competencias, chocábamos manubrios en embalajes y jugábamos con los compañeros de entrenamiento, frenándole la rueda trasera con la nuestra... Hoy con la distancia del tiempo, pienso que quizás esos riesgos fueron innecesarios y que con mucha menos suerte, habría salido algo más perjudicada que un par de contusiones de costilla o un diente quebrado.

No hace muchos años, el Tour de Francia hacia firmar contratos a todo aquel que osara competir sin casco, quitándole así toda responsabilidad a la organización. Para los ciclistas era una tradición no usarlo, un testimonio de su calidad profesional y a decir verdad a ese nivel de competencia, hasta el casco pesa cuando llevas 200 kilómetros y varias subidas a cuesta, cada día.

Hoy, la tecnología ha hecho obligatorio el uso de casco en competencia pero aún así siguen habiendo consecuencias fatales. Hace unos días se conoció el caso de un ciclista Holandés que quedó con 130 puntos en su rostro y una larga rehabilitación debido al arrebato de un compatriota que lo empujó en pleno sprint.

Al fin y al cabo, no existe regla, ordenanza o destino que impida que hagamos lo que nos apasiona... Y aunque tomemos precauciones, igual correremos riesgos o cometeremos errores, algunas veces con trágicas consecuencias.

Si quieres ver más de su arte, pincha AQUÍ


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