miércoles, 8 de mayo de 2019

Sobre Medicación

Sobrediagnóstico

Florencio era un tipo preocupado. Cada año se hacía controles preventivos de salud, cuidaba su presión, intentaba beber poco.

El primer Sábado de cada mes, como era su costumbre, se realizaba diversos análisis médicos en un pequeño puesto de feria. Allí, un hombre vestido con una impecable bata blanca y una máquina casera de toma de muestras, con más voluntad que conocimientos, ayuda a todo aquel que desee saber de su salud.

Un día, el hombre que atiende el puesto lo mira con aprensión, la máquina había arrojado un colesterol el doble de los rangos normales lo que transformaba a Florencio en una bomba de tiempo.

–Don Floro –le suelta con cierto temor a equivocarse–. Lo conozco hace tiempo, usted es un hombre saludable y preocupado de su bienestar. Le sugiero que pida una hora al doctor y le lleve estos valores que le voy a dar... y anota unos números en una tarjeta.

–Tengo algo malo??

–Un análisis médico detallado podría indicar lo que tiene. No es bueno tener el colesterol tan alto. Podría sufrir una embolia, taparse una arteria de su pierna... Podría sufrir un ataque cardíaco en cualquier momento.

Florencio se levanta de la pequeña silla de plástico con millones de posibles males anticipados rondando su cabeza. A primera hora del Lunes pide hora al doctor.

En la consulta, el facultativo una vez auscultados pulmones, corazón, pulso y otros criterios médicos, lo hace pasar al escritorio. Allí, Florencio espera impaciente mientras el doctor hace una serie de anotaciones en el computador. Su rostro sin expresión no le indica nada que pueda anticipar... Luego de unos minutos eternos, el médico lo mira con expresión grave y solemne:

–Don Florencio, me gustaría que se hiciera estos exámenes, –le dice mientras anota en un papel–. Tiene la presión un poco alta, lo que puede indicar que es “prehipertenso”. Además, los valores que usted me trae, me gustaría confirmarlos. Por ahora, tómese esta pastilla para bajar la presión... y le extiende una receta.

Florencio obediente compra el remedio en la farmacia y comienza el tratamiento al pie de la letra.

Una semana después, se siente morir. Le duele la cabeza y se marea con facilidad, no sabe qué diantres le pasa... Alarmado vuelve al doctor, le entrega los exámenes y le cuenta sus males:

–Doctor que me pasa?? Me siento pésimo. Cada mañana es un suplicio levantarse, creo que algo grave tengo... –y con los ojos llenos de lágrimas recuerda lo saludable que era hace tan sólo un par de semanas.

El médico acostumbrado a este tipo de intervenciones, sólo asiente mientras ojea con atención la interminable lista de números que los exámenes médicos traen. Finalmente, le clava la vista al pobre enfermo y reclinado en su asiento comienza a hablar:

–Don Florencio, usted además de sufrir hipertensión... tiene el colesterol un poco elevado. Lo primero que debemos hacer es bajarlo. Tómese esta pastilla en la mañana junto con la medicación de la presión. Le ajustaré la dosis y con suerte en unas semanas, ya debería sentirse mejor.

Pero Florencio lejos de mejorar, cada día empeora más. Ahora a los achaques propios de la presión, se han sumado dolores musculares, palpitaciones y una opresión en el pecho que no lo deja en paz.

Una noche, acude a urgencias con una sensación terrible de falta de aire, siente mucho dolor... Quizás sea un infarto. Lo internan en la unidad coronaria, le hacen todo tipo de exámenes, las horas pasan y no hay señales de un inminente ataque. Luego de tres largos días y una exploración a las arterias sin resultados, el especialista concluye: “Dados sus antecedentes familiares y a los síntomas que presenta, usted a partir de ahora debe ser considerado un paciente cardíaco”.

Más angustiado que antes, Florencio vuelve a su hogar, además del riesgo de fallo al corazón, debe recordar cada mañana tomar cinco tipos de píldoras diferentes. Poco a poco se recluye, pierde su trabajo y queda a la espera que pronto llegue el consuelo a su grave condición.


–Aló, don Floro?? Qué bueno que me pude comunicar... –Dice con alivio el hombre al otro lado del teléfono.

–Con quién hablo??

–Soy Guillermo, del puesto de salud donde usted se hace el chequeo médico... Quería pedirle disculpas, la máquina del colesterol ha arrojado varias medidas erróneas desde que estuvo aquí por última vez... Qué le parece si el próximo Sábado viene a hacerse el chequeo de nuevo??


Perrito divertido