Soy de aquellas personas que se entusiasma fácil. Cualquier proyecto o actividad me parece divertida, una oportunidad... pero ese mismo entusiasmo, hace que a veces caiga en errores o me precipite sobre una cometa, con más expectativas que conocimientos.
Envalentonada como estaba por el resultado anterior, me volqué a la tarea de hacer una especie de queque mutante con manzana, canela, pasas y dulce de membrillo.
Luego de varios intentos fallidos y un par de aciertos, llegué a una conclusión abismante: Una tarta no es lo mismo que un queque.
La tarta tiene su encanto... Es humilde, se esconde detrás de esos pedacitos de fruta y se adapta a tus necesidades. El queque no, se cree el cuento el muy desgraciado... Tiene que inflarse para verse bonito y deseable.
Al queque le gustan las reglas y si te sales un poco o te entra el lado creativo, te lo hace saber... atormentando con su frialdad deslavada o sorprendiendo a último minuto con una mortal reverencia.
Todo puede suceder cuando te pones de inventor en la cocina. Por lo demás, si te animas a desarrollar esta receta, aquí te dejo mi experiencia y las conclusiones a las que llegué.
INGREDIENTES:
– 2 Tazas de harina.
– 60 gr de mantequilla.
– 1 Cucharada colmada de polvos de hornear.
– ½ Cucharadita de sal.
– 1 Huevo.
– 1 Manzana.
– Jugo de 1 limón.
– 1 Pizca de canela molida.
– 100 gr de pasas.
– Dulce de membrillo. (Aprox. 100 gr)
– Ralladura de cáscara de limón.
– 1 Cucharada grande de miel para la masa y otra para la manzana.
– Leche si es necesario.
PREPARACIÓN:
1. Enmantequillar y enharinar un molde. Para esta preparación utilicé uno de vidrio de 20 cm de diámetro.
2. Rallar la manzana, agregar el jugo de limón, miel, canela y reservar.
3. Mezclar la harina previamente cernida con la mantequilla hasta conseguir migas como arena. Frotar con los dedos, que quede bien integrada.
4. Agregar los polvos de hornear, un poco de sal, el huevo y ralladura de limón, seguir mezclando con una cuchara.
5. A continuación, añadir la miel con la manzana rallada, el jugo de limón y las pasas enharinadas, eso impide que se vayan al fondo. Si aún la mezcla se ve seca, agregar unos chorritos de leche hasta que la masa tenga una consistencia húmeda, como una pasta.
6. Traspasar este menjunje al molde y esparcir bien. Encima colocar rodajas de dulce de membrillo, también puede molerse con un tenedor y colocar por sectores de a cucharada. El peso hará que el dulce se hunda en la masa integrándolo mejor. Personalmente me gustó más esta última manera, además que se puede ser grosero con el dulce de membrillo y no se nota tanto, jeje!
Otra alternativa que me resultó bastante bien, fue reemplazar las pasas por cubitos de dulce de membrillo. Agregarlos a la masa justo antes de vaciar al molde... Así, cuando el queque esté horneado, los trocitos de dulce aparecen de sorpresa. Es importante dejar que se enfríe antes de probar porque el dulce de membrillo quema como el infierno.
ANÁLISIS DEL HORNO:
Una de las etapas más difíciles con las que me topé, fue entenderme con el horno, aprender sus tiempos y descubrir cuanto quema el condenado.
Para esta preparación, utilicé un horno eléctrico, a 175° durante 40 minutos, con calor sólo abajo. Luego, agregué llama a ambos lados por 20 minutos más. En esta etapa vuelve a subir otro poco... Sin embargo, aún puede quedar la embarrada.
Si el interior del queque no está suficientemente cocido, aunque por fuera se vea maravilloso. Una vez frío, todo lo que subió... se desvanecerá.
Creo que las veces que esta parte no me resultó, fue precisamente por impaciente o por darle demasiado calor, muy rápido.
En resumen, si se cocina de a poco a la bestia, hay mayores posibilidades de salir airoso del desafío. También es bueno comprobar antes de apagar, introduciendo un palillo de madera en su interior que debe salir seco.