martes, 31 de marzo de 2020

Vivir en tiempos de cuarentena: Día de Provisiones

Son las 7 de la mañana y hoy toca salir en busca de alimentos. El comercio abre a las 8 pero hay que preparar la mente con antelación.

Por alguna extraña razón, el cuerpo se resiste a hacer lo que tiene que hacer y cómo en una carrera con obstáculos, es necesario precalentar... Buscar esa energía interna que significa enfrentar a un enemigo invisible llamado pandemia, que en la calle puede tener miles de rostros distintos.

Todos somos potenciales portadores de un virus al que le tememos en extremo. No sólo porque nos podemos contagiar y no contarla, sino porque tememos ser culpables de enfermar a nuestro entorno y de algún modo hacerles daño.

Personalmente mi rutina para salir a la calle, ha cambiado bastante desde que comenzó este periodo de cuarentena. Ya no escojo los colores de ropa que combinen, más bien me visto para la batalla. Ropa que en otras condiciones estaría en el trapero, ahora cumple la función de ser liviana y sobre todo fácil de lavar.

Nada de anillos, aros o arreglos en la cara... Así tal cual, salgo a asustar al mundo con mi carro de compras, lista para el sacrificio.

En la calle, todos nos miramos con recelo, cualquier rasgo de gripe imaginaria o no, es sinónimo de alarma.

Para qué decir si alguien toce cerca... PELIGROO!! Zona Roja. Dejas de respirar y pasas corriendo, aguantando hasta ponerte morada si es necesario... pero diantres!! Verdad que el bicho puede entrar también por la mucosa del ojo. Entonces, como lo hago..?? Cierro los ojos y corro aguantando la respiración hasta que choque con algo??

Día de Provisiones

Sin mencionar que además del miedo de que alguien te estornude en la cara, está la posibilidad que TU lo hagas y los que estén cerca, quieran prenderte fuego... Todo puede ser en estos tiempos de incertidumbre y miedos paranoicos.

A nuestro alrededor todo ha cambiado, las calles lucen desiertas. La gente circula con mascarillas de todo tipo, formas y colores. Algunas llevan filtros, los más osados usan telas coloridas y dibujos estampados.

A diferencia de los días anteriores, hoy tomé la decisión de salir sin cubrir mi rostro... y así, valiente y desnuda enfrento mi cometido familiar. Porque he descubierto que aunque la mascarilla da cierta sensación de seguridad, también hace que me lleve más seguido las manos a la cara... ya sea para ajustarla porque molesta o para intentar comunicarme, que a decir verdad es como hablar amordazado.

Llegando a casa, comienza la otra parte de esta faena. Dejar los zapatos afuera, sacarse la ropa intentando no tocar nada y así, haciendo equilibrio corres a bañarte, limpiando interruptores, manillas, llaves y todo lo que esté a tu paso, metes la ropa a la lavadora y desinfectas lo que traes del exterior.

Finalmente, echas aerosol, alcohol, o cualquier cosa que deje una nube con diminutas partículas protectoras que como un conjuro mágico, mantienen protegido ese cordón sanitario llamado entrada.

Ahí quedan amontonados zapatos, bolsas de compras y carros, hasta la siguiente vez, que deba cumplir con este ritual que por lo menos acá, recién comenza.


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