domingo, 4 de mayo de 2025

Un cuarto propio y 500 Libras...

He pensado mucho como abordar este tema sin sonar como un manifiesto feminista, jaja! Sería impensado hoy en día vivir con 630 mil pesos chilenos al año. Los tiempos cambian y la economía también.

Tampoco pretendo victimizar el rol de la mujer. Han habido avances significativos, falta mucho por hacer... bla, bla. ¿Quién soy yo para ponerlo en tela de juicio? Sólo puedo contar lo que sé.

Un cuarto propio

Nací en una familia promedio. Mi padre era emprendedor, por lo que hubo períodos de mucho esplendor y otros, donde las vacas estuvieron bien flacas. Mi madre fue dueña de casa. Tuve la fortuna de tenerla a tiempo completo. Toda para mí... Suena egoísta lo sé, pero eran otros tiempos y ella deseaba con todas sus venas ser madre. Fabricó muchos borradores hasta que por fin, consiguió que yo me aferrara a la vida.

Vivíamos en una casa de adobe, alta y de paredes frías. Ahí crecí, y aunque fui hija única mi habitación no tenía puerta. Era la pasada hacia el comedor. Mi madre siempre deseó que tuviera una habitación propia. Lo intentó sobre todo en mi adolescencia. Hacer algunos ajustes por aquí, poner una puerta corredera por allá, cambiarme al fondo... pero nunca lo consiguió. Mi padre tenía obligaciones, responsabilidades. Las preocupaciones de una mujer, la privacidad de una hija... Si somos tres en casa. ¿Dónde estaría el problema?

Por lo tanto, mi infancia y juventud cursaron entre hacer mis tareas y actividades creativas en el comedor y por las noches, despertar cada tanto por los crujidos de las tablas del piso y demases. No me quejo. Me crié así y no conocía otra manera.

Gracias al deporte, conseguí una beca y estudié en la universidad. No habría podido de otro modo. En aquellos años, no existía la “gratuidad” o el crédito con aval del estado.

Con fuerza de voluntad, me afirmé y durante cinco años tuve la suerte de combinar el deporte con los estudios y convertirme en una flamante profesional. Trabajar, ganar un sueldo... pero lo mío era la creatividad, y pronto me pareció un sinsentido levantarse, vender mi tiempo a otros, llegar a casa, dormir y vuelta al otro día a empezar.

Transcurrieron años, que ahora con la distancia del tiempo veo como actos autómatas que no me dejaron gran cosa, salvo la idea de lo “no vivido". Esa sensación ingrata que el tiempo corre como agua y no se puede evitar.

Como la vida son altos y bajos. Sucedieron tragedias que finalmente me llevaron a cambiar mi destino y a apostar por mi individualidad. La vida, dios, el universo o como quieran llamarlo me unió a un hombre que hasta el día de hoy, ha sido el pilar fundamental de mi vida. ¿Ha cambiado en algo lo que menciona el libro? Para mí NO. Cien años después, aquí me encuentro al alero de un hombre para poder crear.

Hace muchos años renuncié a la maternidad. Primero por rebeldía. Luego, por miedo al futuro de la criatura. Mi vida no fue fácil y sentía que mi renuncia era un acto de generosidad. Hoy, veo a cercanos con hijos grandes. Orgullosos del ser humano que han formado y es loable. Es lo que la sociedad, los padres, la familia esperan de ti.

Yo elegí la creatividad, ya es tarde para mí. Muchas personas ven extraño que sea alguien solitario, sin vida familiar, sin hijos o “marido”. ¿Puede que sea el precio que hay que pagar por nuestras elecciones?

Mi vida consiste en hacer las labores domésticas a cambio de tiempo libre para crear. Por supuesto, tuve que hacer muchas renuncias en el camino, pero no me quejo. Mientras pueda desarrollar lo que tanto amo, no es tiempo perdido ni un desperdicio de vida.

A lo largo de estos 25 años de creatividad, he vuelto a los estudios varias veces. Realicé cursos y talleres. Estudié otra carrera más “artística”, pero aún así, nunca he logrado ganar lo suficiente para vivir de mi arte. Han habido esbozos por cierto... pero en general, y esto corre para todos, aún es difícil vivir del mundo de las ideas.

Un cuarto propio


Es cierto que en la actualidad se tiene mayor libertad que hace 100 años. Se puede salir sin compañía masculina, se puede mostrar la cañuela sin ofender a nadie... pero en mi experiencia, incluso en pleno siglo XXI, una viajera solitaria es considerada una rareza. Me suelen preguntar: “¿y andas sola?". Como si eso fuera un pecado capital digno de excomunión, jeje!

He visto caras de admiración, extrañeza y hasta de repudio... pero no me molesta, porque no hay mayor felicidad que el sentido de expansión que produce esa “pequeña” libertad de ir a un evento sola, caminar o hacer deporte sola, viajar en soledad. Todo se aprecia más nítido, los colores son más vívidos. Todo es mucho más simple.


Perrito divertido