Solemos ser tercos por naturaleza, egoístas en nuestro modo de pensar. Muchas veces nos comportamos de manera infantil y caprichosa ante ciertas circunstancias...
Pero si tan solo prestáramos un minuto de atención a esa vocecita que llevamos dentro, a eso que llamamos sexto sentido... TODO sería mucho más SENCILLO y dejaríamos los miedos, las preocupaciones y la culpa.
Lograríamos comprender cuan equivocados podemos llegar a estar en nuestros planteamientos y cambiaríamos ANTES de que sea demasiado tarde...
Pero el problema pasa porque JAMÁS la escuchamos, la pobre grita y grita sin ser oída, simplemente porque vivimos en un ruido constante, porque nuestros pensamientos y limitaciones no nos permiten ver más allá...
A veces tan solo se necesita un momento de claridad lumínica que aunque el ego patalee nos haga entender la verdad: Ser más HUMILDES, más compasivos... CALLAR y no discutir, TOLERAR y comprender.
Pero si tan solo prestáramos un minuto de atención a esa vocecita que llevamos dentro, a eso que llamamos sexto sentido... TODO sería mucho más SENCILLO y dejaríamos los miedos, las preocupaciones y la culpa.
Lograríamos comprender cuan equivocados podemos llegar a estar en nuestros planteamientos y cambiaríamos ANTES de que sea demasiado tarde...
Pero el problema pasa porque JAMÁS la escuchamos, la pobre grita y grita sin ser oída, simplemente porque vivimos en un ruido constante, porque nuestros pensamientos y limitaciones no nos permiten ver más allá...
A veces tan solo se necesita un momento de claridad lumínica que aunque el ego patalee nos haga entender la verdad: Ser más HUMILDES, más compasivos... CALLAR y no discutir, TOLERAR y comprender.
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